lunes, 29 de noviembre de 2010

ENSAYO FINAL


Hermenéutica y metáfora
Hacia una perspectiva pragmática del lenguaje.

El objetivo del siguiente ensayo se divide en dos partes. Primeramente, criticar la posición analítica del lenguaje para, en un segundo momento, proponer la visión pragmática del lenguaje mediante el concepto básico de “metáfora”. La hermenéutica se sitúa frente a la epistemología entendida como búsqueda de esencias, de verdades objetivas y universales. Pero  la hermenéutica no pretende llenar o sustituir el ámbito teórico de la epistemología (creencia de que la autoconciencia no está condicionada históricamente), lo que pretende es  que ese ámbito teórico no se llene. Los fundamentos del conocimiento son así permeables y abiertos históricamente, continuamente replanteados. Frente al afán de conmensurabilidad inter-teórica y de reducción explicativa,  frente a la teoría que afirma que la tarea epistemológica del hombre es descubrir verdades universales  y reflejarlas como en un espejo, con claridad y distinción,  se nos propone, con la hermenéutica, una idea de cultura en constante cambio, que posibilitan y explican su carácter permeable y plural. La hermenéutica es, por lo tanto, un modo de proceder interpretativo constitutivo de todo lo que es[1] (ser), de todo lo que constituye el ámbito de lo real.

Por otro lado la posición pragmática del lenguaje afirma que la forma en que se dicen las cosas es más importante que la posesión de la verdad: el pragmatista no requiere de una teoría de la verdad, no necesita de ninguna epistemología como el filósofo realista. En este sentido una perspectiva hermenéutica, de carácter lingüístico-dialógica debe tomar en cuenta un cierto relativismo interpretativo que puede ser de  distintos tipos (lingüístico, cultural, social, histórico, etc.).

Rorty afirma que lo importante es de arreglárnoslas de otro modo más allá de la clásica y básica oposición entre explicación y comprensión. De lo que se trata es de acceder a otro tipo de descripción del significado. Más aún cuando, desde Wittgenstein, sabemos que el significado es el uso[2]. El hombre no reproduce significados, sino que los genera, los crea.  En ese sentido el significado ya no puede pensarse con referencia a un objeto sino como la forma en que un sujeto finito y relativo (particular) analiza algo para su propio uso (pragmatismo). La hermenéutica ni defiende una objetividad pura ni un discurso neutro. Desde el momento en que estamos dentro del ser-lenguaje, estamos siempre acercándonos a la realidad con “prejuicios” que predeterminan la comprensión, que la anticipan. En este sentido una “verdad” neutra es imposible. Un conocimiento “objetivo y universal” del mundo es teóricamente imposible.


[1] Cuando decimos que una cosa es nos referimos a un conjunto fluido y dialogante, determinado históricamente, constituido por tradiciones, narraciones, presagios, “es este conjunto al que la hermenéutica le da el nombre de ser”. El ser  es lenguaje y tiempo. Texto y flujo del acontecer. Se trata de una de las tesis fundamentales de Heidegger.
[2] L. Wittgenstein. Investigaciones filosóficas.

 Es así como se reconoce la contingencia del lenguaje del sujeto en tanto individuo y de la colectividad, refiriendo toda la justificación epistémica y el significado del lenguaje, a las prácticas sociales y cotidianas. Es así como se elimina la supuesta objetividad y la racionalidad de la epistemología como fundamento a partir del cual se da posibilidad a toda justificación.

Desde la posición posanalítica y pragmática el giro lingüístico representa el dejar de considerar al lenguaje como un medio, como algo que está entre el sujeto y la realidad, para entenderlo más bien, como un conjunto de situaciones comunicativas donde las practicas cotidianas que generan las palabras se integran desde los conceptos de contingencia, convencionalidad y creatividad. Es así como el ejercicio del lenguaje se convierte más en un ejercicio de la metáfora que de la referencia.
El humano es un ser que se comunica con marcas y ruidos para alcanzar fines (pragmatismo). Por lo que la conducta lingüística ha de considerarse como una conducta que va de la mano con la no lingüística. De modo que ambos tipos solo tienen sentido en cuanto puedan describirse como intentos por cumplir determinados deseos a la luz de determinadas voliciones y creencias.

La metáfora en tanto es considerada como fuente de creencias, es capaz de estructurar continuamente la red de creencias y deseos, lo que causa que el lenguaje, el espacio lógico y el campo de la posibilidad son espacios permeables, en contraste a como se estimaba a la metáfora en la tradición filosófica, donde  era devaluada. Es así como se puede considerar a la metáfora como un recurso legitimo, no solo para el ámbito de la literatura, sino para la ciencia, la filosofía y el derecho.

Es así como el sentido que se le dé a la metáfora tiene que ver con el significado de las palabras y de los usos que de ellas se hagan. Donde la metáfora se ubica dentro del dominio exclusivo del uso, pues esta es algo que se obtiene a partir del uso imaginativo de palabras y oraciones. Así para Davidson la metáfora “es el sueño del lenguaje y, como todo sueño, su interpretación refleja tanto del interprete como del originador.”

Toda comunicación por medio del uso del lenguaje causa la interacción de construcción creativa y comprensión inventiva, y es en este punto donde la metáfora agrega al lenguaje ordinario un resultado notable que no usan otros recursos semánticos. Se abre así la posibilidad de estudiar al lenguaje a partir de su propia contingencia y no solo entenderlo como vehículo de un grupo de verdades absolutas.
A partir de esto es posible considerar de otra manera lo que son las palabras y ya no desde un logocenrismo (la necesidad de ver a las palabras simplemente como un medio de expresión de ideas o de cosas), y con ello, rescatar diferentes modelos de pensamiento y perspectivas más plurales de encuentro.

Desde la visión pragmática se considera al lenguaje ya no como un instrumento neutral entre un sujeto y el universo, sino desde un aspecto más creativo, más imaginativo, como una herramienta a partir de la cual se configuran nuevas metáforas, nuevos léxicos, nuevos sentidos que dependen del uso y significado que se le dé a las palabras, así como nuevas formas de ver la vida y de emprender acciones por parte de los miembros de la comunidad.Con esta posición se deja de identificar al lenguaje como una entidad absoluta, para reconocerlo como un conjunto de signos, que como cualquier herramienta, ayudan a transformar al mundo y a nosotros mismos. 

Es importante señalar que la posición posanalitica pragmática no le otorga relevancia a la relación entre palabras y realidad. Aun mejor enfoca su análisis en la importancia de la relación que se establece entre lenguaje y acción humana. Lo que lleva a abrigar la convicción de que la convivencia humana depende en gran medida de las formas mejorables, innovadoras, reciprocas, igualitarias y sin represión de las comunicaciones cotidianas. El lenguaje es más una creación que un reflejo de la realidad, en la medida en que las palabras y los signos se han ido reformando para poder nombrar una realidad cada vez más compleja.

En conclusión, es a partir del lenguaje que puede configurarse toda una serie de elementos simbólico-discursivos que reflejan la invención permanente  de las representaciones que hacen los sujetos, y como a partir de muchas de estas ideas-imágenes se construye una identidad que lleva al reconocimiento de una realidad que es inventada y elaborada con materiales tomados de este caudal simbólico, donde el lenguaje juega un papel importante en los comportamientos colectivos respecto a las múltiples funciones que se ejercen en la vida social. 

 Elaboró
Adriana Diáz Galván

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